Realmente me escondo y no miro las direcciones hacia donde me dirijo, sino simplemente me pierdo.
Me pierdo en las intensidades de tu mirada, de tu voz y principalmente me pierdo en tus labios que son mi laberinto.
Luego salgo al descubierto y me doy cuenta de que el gran pasadizo de mi vida se transformo en mi profunda intuición de mi misma.
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